Este año, más que nunca, me apetecía preparar un regalo especial a los niños y niñas. Siento que ninguno de nosotros olvidaremos este curso tan diferente. No conocíamos los retos que nos tenía preparado el destino y apesar de ello, cojimos la capa y la espada; y nos fuimos al campo de batalla dispuestos a pelear contra cualquier obstáculo. Al final, fuimos soltando las armaduras y nos dimos cuenta de lo importante que es no tener miedo a lo desconocido; ser pacientes y confiados y reconocer que a nuestro alrededor, suceden más oportunidades que peligros.
Este curso tampoco ha sido fácil para mí. He sentido rabia, frustración, tristeza, desmotivación, confusión, incomodidad.. y todo ello sucedía mientras no podía hacer nada por cambiar las circunstancias. He aprendido a identificar mis emociones en el cuerpo, viendo como aparecían y se desplegaban sin poder hacer nada por evitarlas. Tuve que aceptarlas, abrazarlas.. simplemente permitiéndome estar con ellas. Como dice un maestro "dejando que te atraviesen".
Y en esa espera, en esa apertura, descubrí que podía convivir con lo incómodo y a la vez sentirme fuerte como una montaña.
Hay miles de recursos y prácticas divertidas y útiles que puedes enseñar a los niños y niñas para que conozcan mindfulness pero nada será más valioso para ellos que convivir y observar a un adulto que gestiona momentos desagradables con consciencia y apertura.
Cuando me siento triste, mi cuerpo se queda vacío. A veces siento que me mueve el viento y me sostiene simplemente el esqueleto sin ayuda de los músculos como si fuera una funanbulista haciendo equilibros sobre una cuerda. A veces he tenido muchas ganas de hacer propuestas con los niños pero he reconocido mi falta de energía, mis circunstancias y he comprendido que podía "no hacer".
Me cuidé y reorganicé toda mi energía para asegurar lo más básico e importante: seguir sintiendo a cada niño y niña, ser paciente para resolver sus necesidades y asegurarme de que están bien.
Al parar y dejar de hacer; surgió la magia del adulto que se cuida: una sensación muy agradable de fortaleza y gratitud.
En este curso de altos y bajos, he viajado entre cuidado y silencios y energía renovada, movimiento, baile, risas, atención... En cada bajada, me paraba y observaba. Cuando subía; una gran sensación de gratitud era devuelta con momentos de diversión y prácticas profundas guiadas desde el corazón; con instantes de comprensión profunda. ¡Se podía respirar un clima tan respetuoso! ¡No creo que haya compartido momentos así con muchos adultos!
Termina un curso que no voy a olvidar porque he aprendido mucho. Camino con más fuerza. Siento una gran admiración por cada uno de los niños y niñas que me acompañan en el camino. ¡Quizás los adultos deberían reflexionar más sobre el potencial que tiene la infancia para enseñarnos!
Para terminar esta etapa, pensé en regalarles una bolsa con objetos que tuvieran una misión clave: ayudarles a conectar con su sabiduría e intuición. Reflexioné sobre que objetos podían ser puentes para esta misión y ayudarles a recordar lo que ya habían vivido durante este tiempo conmigo. Recordé algunas prácticas clave, donde el silencio era tan cómodo que cuando terminaba la dinámica, todos quedaban inmóviles en su sitio como pidiendo un poco más...
Como resultado de esta exploración surge esta colección de objetos para poder practicar mindfulness.
Es importante que todos estos objetos sean entragdos al niño/a cuando estemos seguros que saben el poder que tienen y pensamos que podrían usarlos solos. También es recomendable crear una atmósfera muy especial para su entrega. Una fiesta o ritual de entrega donde se les capacita para poder cuidarse siempre que lo sientan.
La bolsa conexión tiene:
- Hoja explicativa detallando como usar cada uno de los objetos (para poder recordarlo aunque pasen tiempo sin usarla)
- Mensaje especial personalizado donde escribas unas palabras amorosas sobre las cualidades del niño/a
- La rana. Puedes comprarlas aquí
- Un palo de madera. Puedes encontrarlas en cualquier bazar o tienda de manualidades
- Una piedra decorada (por ellos) con rotuladores acrílicos.
- Una vela decorada (por ellos) con cera de abeja que puedes comprar aqui
- Bolsita de olor que puedes comprar aquí
RANA: La ranita me ayuda a mantener mi cuerpo quieto y atento. Cuando la coloco encima de mí, me tengo que quedar quiet@ para que no se asuste y pueda descansar. Puedo ponerla encima de la barriga y acunarla con el vaivén de mi respiración. También puedo ponerla en cualquier otra parte del cuerpo (frente, manos, pecho, piernas…) y sentir su peso y su compañía.
PALOS: Coger los palos con las yemas de mis dedos me ayuda a estar más concentrad@ y atent@. Intenta sujetarlo haciendo la presión justa para que no se caiga pero tampoco se mueva. Pon atención en la sensación táctil de tus dedos sujetando el palo por los extremos. Siente cómo puedes estar muy quiet@. Cuando lo tengas dominado, ¡prueba a hacerlo con los ojos cerrados!
VELA: Mirar la luz de la vela encendida no sólo me ayuda a desarrollar mi atención sostenida sino que es una invitación a navegar por mi mundo interior. Su luz puede desvelar mis emociones y estados internos. También puede revelarme el camino a seguir o cuales son mis sueños. ¡Desarrollar la introspección será tu gran súperpoder!
PIEDRA: En tu piedra está escrito un mensaje de fuerza y poder que te ayudará a sentirte segur@ y capaz de vencer cualquier obstáculo. Puedes tocarla con los ojos abiertos o cerrados y sentir el tacto de la piedra. Puedes repetir en el silencio de tu mente, tu palabra o frase poderosa. Puedes tumbarte y colocarla entre tus ojos y sentir su peso, su calidez… mientras dejas tu cuerpo quieto durante unos minutos. Realmente, ¡con sólo tocar esta piedra, ya te sentirás mejor! ¡Es una piedra mágica!
SAQUITOS DE OLOR: Respirar olores agradables, actúa en tu cuerpo de forma inconsciente. Son anclajes mentales que ayudan a recuperar la calma y el equilibrio. Coloca este saquito dentro de un cajón, en un armario o en cualquier lugar de tu habitación. Los olores a mandarina, naranja, limón y lima despiertan sonrisas y felicidad.
Cuanto te echamos de menos profe María!! Este año más q nunca!!!! Q suerte tienen estos niños de disfrutarte...un besazo
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